¿Vil o superviviente?

Si Cruella viniera a mi consulta, no se me ocurriría cuestionarla, y no por miedo, que lo da, sino porque la entiendo e, incluso, admiro. No quiero hacer spoiler pero, para lxs que no la hayáis visto, no es tan mala como la pintan o, al menos, no toda ella.

Cruella es un ejemplo extremo de lo que sucede cuando diferentes partes de nosotrxs nos resultan contradictorias, y solo algunas de ellas reciben experiencias gratificantes, aunque esas partes hagan daño tanto a unx mismx como a los que nos rodean. El caso de Cruella es un caso extremo de disociación, pero su historia también lo es. No obstante, no es necesario vivir experiencias tan duras para que se desarrollen en nuestra psique rasgos aparentemente contrapuestos, tanto que parecen no poder coexistir en el mismo plano de nuestra consciencia a la misma vez.

No es algo extraño querer mostrar la parte más amable, atractiva, en definitiva, aceptada socialmente, e intentar ocultar lo que consideramos «defectos», lo que nos hace sentir vulnerables, o ese carácter que tanta tensión crea cuando nos enfadamos. Se debe a que la sociedad premia lo primero y castiga lo segundo, por lo que intentamos deshacernos de eso a toda costa, y con más ímpetu a más se distancie de lo socialmente aceptado. Con ese proceso no sólo nos hacemos daño, sino que perdemos la oportunidad de conocer nuestra totalidad, algo necesario para poder alcanzar el bienestar ansiado, porque precisamente prestando atención a esas partes, podremos hacernos cargo.

Con suerte, no saber qué hacer con esa parte aparentemente “mala” puede llevarnos a ir al psicologx, pero también puede llevarnos a beber en exceso, comprar compulsivamente u obsesionarnos con el trabajo, con los problemas de mi relación o con que mi hijo no saca buenas notas.

Pero esto no queda ahí. En ocasiones, nuestras partes más socialmente aceptadas no son las que consiguen que salgamos adelante, y es que el mismo proceso que nos lleva a mostrar sólo lo “bueno” ocurre con las partes aparentemente «malas» o no bien vistas cuando las partes amables solo reciben experiencias desagradables y, para poder sobrevivir a la cruda realidad, tenemos que dar las riendas a nuestra parte más Cruella.

Dado que resulta imposible negarnos en nuestra totalidad, que aquello que intentamos tapar u ocultar en lugar de entender siempre acaba encontrando su vía de escape, le propongo a Cruella, ¿Y, si en lugar de elegir una parte de ti, te íntegras?